jueves, 9 de agosto de 2012

Sensación de peligro


Existen hechos sociales que por sus características alcanzan un carácter simbólico que les da una trascendencia inusual y transformadora.


Por Juan Carlos Neves

En su  momento, la muerte del joven Axel Blumberg a manos de sus secuestradores conmovió a la sociedad hasta el punto de volcar a las calles a cientos de miles de ciudadanos y puso por primera vez en la agenda pública la problemática de la inseguridad.

Años después, el fallido intento del gobierno de Cristina Fernández de aumentar las retenciones a la soja provocó una extraordinaria reacción en el sector de los agricultores que se extendió a una gran parte de la sociedad que hizo causa común con “el campo” y que solo terminó cuando el Vicepresidente Julio Cobos dirimió en contra del oficialismo la votación más reñida de todo el período  de gobierno del Frente para la Victoria. Este hecho, marcó los límites del avance sobre la propiedad privada que la sociedad estaba dispuesta a tolerar en ese momento.

En sentido inverso, la muerte de Néstor Kirchner dejando a su esposa viuda y aparentemente desprotegida en el ejercicio de la presidencia, hizo resurgir a un gobierno que marchaba desprestigiado y desgastado a una probable derrota electoral. La viuda ganó holgadamente las elecciones pero sin solucionar, ni siquiera enfrentar, los graves problemas subyacentes cuya existencia ha comenzado a aflorar.

En la semana que pasó, el caso de los presos expuestos en sus salidas de los penales bajo control del  Servicio Penitenciario Federal para concurrir a actos supuestamente culturales pero con fuerte connotación política, devino en un tremendo revulsivo social cuya trascendencia aun no ha alcanzado toda su amplitud. Tuve oportunidad de participar en una reunión de ciudadanos de la región metropolitana norte en que comprobé la presencia de personas que habían tenido una fugaz participación en  política en las elecciones del 2003, cuando muchos sintieron la necesidad de jugarse por el terrible momento que atravesaba la nación, pero que luego volvieron a su  actividad privada cuando la situación  económica y social pareció encauzarse y recuperar la normalidad. La razón por la que este sector ha comenzado a retornar al ámbito de la confrontación política, que le es naturalmente ajeno, es consecuencia de la sensación de peligro que venía incrementándose de una forma difusa pero que despertó ante la visión surgida en el imaginario colectivo de un batallón de delincuentes, barra bravas y presos liberados, dispuestos a arrojarse como soldados del apocalipsis sobre una sociedad indefensa, inspirada con razón o sin ella por las desafortunadas decisiones de Víctor Hortel, director del Servicio Penitenciario Federal y el apoyo que recibió del más alto nivel gubernamental.

Es notable  cómo lo que en principio pareció apenas el descubrimiento por parte de la prensa de un caso puntual se fue complicando cuando la misma señora presidente, quien evidentemente reacciona exageradamente ante cualquier estímulo que surja del multimedios Clarín, no solo avaló al funcionario del Servicio Penitenciario sino que desnudó que lo sucedido no era un hecho circunstancial sino una política de Estado. Poco ayudaron las fotos del director del SPF disfrazado de “Hombre Araña” o tocando el bombo rodeado de delincuentes condenados por graves crímenes. Menos aun sus declaraciones que reconocen con orgullo su relación con la agrupación denominada Vatayón Militante que tiene una activa presencia en los penales o la noticia de que la agrupación oficialista La Cámpora había hecho en mayo un acto con la presencia del señor director en el penal federal de Rawson, justificado en la inauguración de un mural para conmemorar el inició de un juicio contra militares.

Más allá de las cuestiones técnicas referidas al  momento de la condena en que los presos pueden acceder a su participación en actividades de “reinserción” y lo absurdo de que dicha figura se aplicara a un músico de amplia trayectoria, recientemente condenado por el asesinato de su esposa y que mal puede haberse “desinsertado”, subyace la fundada preocupación de que se esté adoctrinando y cooptando a  criminales  presos para que pasen a militar en forma activa en las filas del oficialismo para hacer aquello por lo que han recibido condena, o sea, ejercer la violencia. Esta situación había sido denunciada por  Sergio Schoklender, un criminal con condena cumplida, que fue detenido recientemente por su supuesta participación en las estafas que motivaron la suspensión del programa de construcción de casas de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y que al ser liberado señaló la existencia del reclutamiento y organización de “presos para la militancia” entre los internos de los establecimientos penales del país. Curioso caso el de Schoklender que se ha transformado de acusado en acusador del gobierno y de las Madres de Plaza de Mayo y que dispone de información privilegiada que generalmente no es atendida hasta que, como sucedió en este caso, los graves hechos sucedidos parecen darle la razón.

Si el asunto de los presos con salidas a actos políticos causó seria preocupación, la simpatía expresada públicamente por la señora presidente por esos señores que se paran en la cancha en los para-avalanchas, de espaldas al campo de juego, para arengar a su tropa compuesta por los llamados “barra bravas” causó verdadera sorpresa. Debe tenerse en cuenta que esto fue dicho en la presentación de un sistema de identificación que, más allá de que no funcionó ni  en la prueba que pretendió hacer la señora Fernández, está supuestamente dirigido a evitar que los violentos e indeseables  puedan entrar a los estadios de futbol. Agregue usted la golpiza sufrida en Jujuy por un equipo de periodistas enviado por el señor Lanata a manos de la agrupación Tupac Amaru, otro ícono de la violencia que ya fuera denunciado por el senador Morales junto a la señora Milagro Sala que está a la cabeza de la agrupación, la irrefrenable ola de violencia delictiva en la Provincia de Buenos Aires  y la Ciudad Autónoma  y las declaraciones de la Ministra de Seguridad que insiste que todo  se trata de una “sensación de inseguridad” y puede claramente comprenderse por qué, de pronto,  la ciudadanía responsable ha sido recorrida por una sensación de peligro y de fundado temor. Quizás pocos expresaron tan claramente su sentimiento como el zapatero que anunció una “liquidación por robo” cansado de sufrir y de clamar por una justicia inexistente.

Al  riesgo del robo a mano armada que se sufre en la calle se nos suma la sospecha del robo de “guante blanco” que evidencia la sucesión de juicios por casos de corrupción que, a pesar de su siempre demorado desarrollo, ya desbordan los intentos de ocultamiento judicial. El caso Ciccone sigue su curso, sin perjuicio de que el señor Vicepresidente Amado Boudou logró que el juez y el fiscal original dejaran la causa  y que  renunciara el Procurador General. Sin embargo, ahora se sumó como imputado el Jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, ya que el caso presenta tantas irregularidades que no hay manera de hacerlo cerrar. Por el manejo de la tarjeta SUBE acaban de ser imputados el ex Secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi y otros diez funcionarios. También tenemos  una denuncia de corrupción que está enturbiando nuestra relación con el Uruguay por problemas surgidos en la licitación para el dragado del canal Martín García en el Río de la Plata. Si nuestros jueces fueran capaces de avanzar en estos casos, como sucede en Brasil y otros países más comprometidos con la transparencia, podrían al menos suplir la impotencia que muestra un poder legislativo con minoría en ambas cámaras y darnos una esperanza de cambio y una perdida sensación de justicia.

Pero la realidad es que la sensación de peligro se extiende a todos los ámbitos y sectores de la vida nacional. Si bien nos preocupa el aumento del veinte por ciento en los peajes  o la huelga del subte, mucho más nos afecta la distorsionada imagen de la economía en general que surge de las expresiones presidenciales. Desde la cadena nacional, esta vez utilizada para anunciar el pago de la cuota final del BODEN 2012 (cumplimiento que no merecería ninguna mención especial) la señora presidente lanzó una vez más una andanada de cifras que no se entiende a quién van dirigidas. Hay un público de funcionarios y militantes, siempre en primera fila  en cada presentación que aplauden y festejan sea lo que fuere que se diga. Hay un alto número de oyentes, presenciales o a través de las cámaras, que la escuchan pero no tienen los conocimientos para interpretar los datos. Y están los que pueden comprender  y se indignan de que se menoscabe su inteligencia con las cifras parciales, los hechos distorsionados y la asignación caprichosa de responsabilidades. Baste decir que no tiene ningún sentido que se mencionen porcentajes de aumentos de salarios descomunales sin desagregar los datos por inflación o que se hable de desendeudamiento ignorando el peso de la deuda interna que se ha generado con el Banco Central y con la ANSES, por ejemplo. Tampoco es virtuoso, el magro aumento a los jubilados que en su mayoría reciben montos inferiores al salario mínimo vital y móvil y que inclusive cobran menos  que los presos que trabajan en prisión. Lo más grave es que si la señora presidente realmente cree que el estado de la economía es floreciente y que puede controlar la situación con un creciente intervencionismo como ha hecho con el mercado hidrocarburífero, nos está negando hasta la esperanza.

Si todavía hay quien duda de porqué tenemos sensación de peligro le enumero:  porque se hace un uso político de los presos; porque se contemporiza con los barra bravas; porque se manipula políticamente a los centros de estudiantes; porque se hace un uso político hasta de los atletas olímpicos haciendo que lean en televisión mensajes de las abuelas de Plaza de Mayo; porque tenemos una Corte que acepta la prescripción por crímenes terroristas que asesinaron a 23 personas en el comedor de Coordinación Federal en que están imputados entre otros Mario Firmenich y Horacio Verbitsky mientras que es implacable con los imputados de origen militar; porque la presidente hasta se permite decirle al titular de la Asociación del Futbol Argentino cómo quiere que se denomine al torneo nacional como si fuera su dueña y señora, y sobre todo, porque se legisla, se comunica y se gobierna como si los delincuentes y los marginales fueran el corazón de la sociedad  dejando para el resto  la carga de soportar el sistema mientras lo abandonan  a merced de la violencia física y moral que impera en una comunidad con sus valores subvertidos.

Me queda como consuelo esa renovada voluntad de participación que he advertido en sectores que a veces pecan por indiferencia pero que parecen haber percibido, a través de la sensación de peligro, que aunque tengamos que enfrentar a quienes manejan muchos millones, planes, presos, barras bravas y conciencias, si ponemos la firme voluntad de comprometernos lograremos, con un mensaje contundente a  través de las urnas, alcanzar el milagro de imponer una sociedad más segura y una vida mejor.
Un abrazo para todos

Juan Carlos Neves, Presidente de Nueva Unión Ciudadana

No hay comentarios:

Publicar un comentario