Expropiación Ciccone
SESION Día 23 de agosto de 2012
H. CAMARA DE DIPUTADOS DE LA
NACIÓN
Sr.
De Marchi.- Señor presidente: da
la sensación de que lo que hoy estamos debatiendo aquí es la expropiación de
una empresa en la Argentina. Si esto fuera todo, no debería generarnos mayor
sorpresa, toda vez que este gobierno –como observamos a diario- ha transformado
las excepciones en regla. Por ejemplo, para el Poder Ejecutivo las reglas son
los decretos de necesidad y urgencia, la violación permanente de los contratos,
silenciar por la coerción a los medios de prensa independientes, malgastar la
plata de los jubilados, transformar al Banco Central en una oficina del
Ministerio de Economía y a su vez haber transformado a este ministerio en la
sala de espera de la Secretaría de Comercio, presionar a los jueces para evitar
la justicia, apartar a los fiscales para evitar las investigaciones ‑este tema
es evidente testigo de lo que digo-, y finalmente la regla es expropiar
empresas para ponerlas al servicio de vaya a saber qué intereses.
O sea que la novedad no es en definitiva que el gobierno venga a la carga por
otra empresa, sino que lo novedoso en este caso es que se utiliza una figura de
excepción como es la expropiación para esconder delitos.
Por eso decimos que el tema de hoy no es la expropiación de Ciccone. Si
tuviéramos que ponerle título a esta sesión, sería algo así como, por ejemplo,
“Salvar a Boudou es salvar a la Patria”. Es a cualquier costo, como venga, como
sea, y esto sí es lo que verdaderamente sorprende, porque ni siquiera se ocupan
ya de cuidar las formas. En otros tiempos, no hace mucho quizás, hubieran
al menos guionado este tema, hubieran desarrollado argumentos ante los medios
para que aunque sea aparezcan como simulando estar apegados a la ley. Hoy
ni siquiera les interesan las formas, los modales ni nada.
Ayer con estupor escuchamos a una señora diputada en la comisión expresar
claramente, y con toda frescura, que no querían dar explicaciones y tampoco
querían que las dé el vicepresidente, porque “esta ley ya está aprobada”.
Esto desnuda indudablemente la estrategia del gobierno: terminar con el tema
Boudou, a cualquier costo, como sea, porque sin duda cualquier costo en estas
condiciones siempre será menor a presenciar el vergonzante proceso judicial de
un vicepresidente sospechado de corrupción. Esa es la lógica.
En otros años, queridos amigos –y está muy bien el que amigo Kunkel esté atento
escuchando‑ se cometían muchos delitos y hasta se mataba gente en nombre de
causas pretendidamente revolucionarias, se secuestraba gente para que con los
fondos de un rescate, aunque impuro por supuesto, se sostuvieran los esfuerzos
económicos de una lucha clandestina imaginada por sus jefes como luchas épicas,
libertadoras e impregnadas, desde luego, de valores e ideales que, por
supuesto, no comparto ni justifico ni pretendo tampoco hacer apología del
delito, pero hay que destacar que al menos la finalidad de esos delitos
desprendía un perfume de trascendencia para quienes los ejecutaban.
Muchos de los aquí presentes eran clandestinos en esos tiempos. Había
pasión y odio, había compañeros y cipayos, había patria y había colonia.
Hoy se delinque ya no desde la clandestinidad, se delinque desde las más altas
esferas del poder y no por fines épicos y trascendentes. Se delinque para
comprar departamentos en Puerto Madero, para comprar poderosas motos y pasearse
impunemente por todos lados, para ostentar favores hechos a los amigos.
¿Qué nos quiere hacer creer? ¿Hoy pretenden convencernos de que Ciccone
es patria? ¿Que Boudou es la bandera nacional y popular como símbolo de
la lucha contra el imperio?
Ya está bueno, ya es bastante, ya es mucho. ¿Hasta dónde piensan
llegar? No se olviden de que las construcciones levantadas sobre barro
caen rápidamente. Creo que lo que el señor vicepresidente tiene que hacer
es honrar la institución que él preside, frente a tanto respeto que se
pide. Debe someterse sin dobleces a la Justicia. ¿Por qué la
evade?
¿Se puede creer acaso que Boudou no
tiene nada que ver con Ciccone? Pido que levanten la mano quienes creen
que Boudou es inocente. Bien, Kunkel, usted sí que es un soldado
obsecuente y obediente, el único. ¡Qué solo que está Boudou!
Están tirando demasiado de la cuerda. No crean que la impunidad que otorga
el fugaz paso por el Poder Ejecutivo es permanente. Tarde o temprano
estos hechos van a ser juzgados.
El poder puede convencer a algunos periodistas para que hablen de otra cosa o
edulcoren la realidad, a cambio de unos pocos pesos. El poder puede
convencer a muchos gobernadores para que aun a costa de traicionar a su pueblo
se someten al discurso único a cambio de una “partidita”, aunque sea para poder
pagar sueldos.
El poder puede convencer a muchos sindicatos para que aun traicionando a sus
trabajadores simulen que todo está bien y exijan aumentos del Indec y no los
del supermercado. El poder también puede convencer a muchos de ustedes
para que voten en un sentido u otro, pero
de lo que sí estoy absolutamente seguro es que el poder jamás podrá convencer a
sus propias conciencias.
Detrás de esta cerrada defensa que ustedes hoy están ejerciendo no hay épica,
no hay gloria, no hay trascendencia. Sólo están escondiendo a un pobre
hombre que ha utilizado su cargo para enriquecerse, tan chiquito como eso, es
el pequeño objetivo que ustedes están defendiendo aquí.
Marcos Aguinis escribió en una columna para uno de los pocos diarios
independientes que aún quedan en la Argentina lo siguiente: “Asombra que tan
poca gente ‑primero él y ahora sólo ella- haya conseguido armar una tan
poderosa legión de autómatas. Es patético ver cómo gente grande aplaude y
sonríe ante el mínimo gesto de la presidenta mientras actúa por cadena
nacional.”
Por último, a esta altura les pido que no se ocupen de contestarme; más bien
quisiera que ocuparan ese tiempo en decirnos claramente –no se escondan en el
anonimato de las acciones- de quién es Ciccone, de quién es la Compañía de
Valores Sudamericana, quién es The Old Found, quién es Tierras International
Investments, quién es Vandenbroele y, finalmente, contesten, si es que pueden,
quién es Amado Boudou.(Aplausos.)
Sr.
Presidente (Domínguez).- Orden por favor.
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