En estos momentos de aprietes y presiones, en
que el gobierno nacional parece contar con todos los resortes del poder mientras oculta sus fracasos y debilidades, es cuando hay que mostrar el verdadero temple y mantenerse en
posiciones firmes, defendiendo los principios
y valores constitucionales, nuestra libertad, nuestra familia, nuestra
patria y nuestras instituciones.
Por Juan
Carlos Neves
La frase “read my lips, no new taxes” (lean
mis labios, no habrá nuevos impuestos) fue pronunciada por George H. W. Bush,
en 1988, cuando era candidato a presidente de los Estados Unidos por el partido
Republicano. Esa promesa tuvo una gran influencia en los electores que
finalmente lo ungieron presidente, pero George Bush no honró su palabra y
aumentó los impuestos durante su gobierno. La imagen de Bush enunciando su
incumplida promesa fue repetida reiteradamente por los Demócratas encabezados
por William Clinton en la campaña
presidencial de 1992 y se estima que tuvo una influencia decisiva para que
George Bush fuera uno de los tres presidentes que no lograron su reelección en los Estados Unidos después de la segunda
guerra mundial.
Más allá de que en la derrota de Bush
influenciaron también múltiples factores de naturaleza económica, es un hecho
que el valor de la palabra y el cumplimiento de las promesas es un elemento de
gran valor en la consideración de los líderes en los sistemas democráticos
consolidados porque hacen a la credibilidad y la confianza que los ciudadanos
pueden depositar en aquel que dirigirá a
su nación. Ese valor, se encuentra totalmente desvirtuado en la sociedad
argentina al punto de aceptar que el engaño al elector constituye una regla no
escrita, pero totalmente válida, en el juego político. Prueba de ello fue que
el presidente Carlos Menem se permitió reconocer que había engañado al
electorado en la campaña por su primer período pues suponía que nunca lo hubieran votado si expresaba
sinceramente cual era su plan de
gobierno y a pesar de ello fue nuevamente votado y elegido.
Todo esto, sin embargo, ha sido ampliamente
superado por nueve años de engaños sistemáticos, contradicciones flagrantes y
anuncios sin sentido, que se derraman sobre nuestra sociedad desde el atril
presidencial del gobierno del Frente para la Victoria, reflejado en una
sucesión interminable de imágenes trasmitidas por la cadena nacional. ¿Imagina
usted a la señora presidente Cristina Fernández de Kirchner diciendo:” Lean mis labios, tendremos un
gasoducto desde Venezuela a la Argentina y un tren bala que unirá Buenos Aires
con Rosario y Córdoba y saldaremos la deuda con el Club de París”, y tantas
otros anuncios sin visos de cumplimiento, enfrentada a sus propias
palabras en una nueva campaña
presidencial? ¿Puede con el mismo énfasis alabar y denostar a los ex dueños de
REPSOL YPF, al sindicalista Moyano, al Gobernador Scioli o a cualquier otro
personaje, sin echar por tierra su coherencia? ¿Puede con los mismos argumentos
criticar o justificar un aumento del 300 por ciento en el precio del gas, como
hizo esta semana, o la vigencia de los subsidios o políticas hidrocarburíferas opuestas, sin hacer trizas su credibilidad? Parece que
sí, puede y lo hace, porque a pesar de tales desafueros, la señora
presidente fue reelecta y un grupo de gobernadores de su partido están pidiendo
modificar la Constitución para permitirle aspirar a un nuevo mandato
presidencial. Ante tales incongruencias solo nos permitimos sugerir a nuestros
conciudadanos: no se molesten en leer
sus labios pues nada obtendrían de ello, pero por favor, miren sus obras
y actúen en consecuencia.
Llevamos nueve días de paro total de
subterráneos y el lunes habremos superado, según datos confiables, el record
mundial de días de huelga de subtes en poder de los franceses. Este lamentable
logro, refleja la total falta de
voluntad del gobierno nacional por solucionar
un conflicto que afecta mayoritariamente a un distrito electoral en el
que ha perdido reiteradamente las elecciones. Según el Jefe de Gobierno de la
Ciudad, Mauricio Macri, el gremio sin reconocimiento que mantiene esta huelga
responde a instrucciones del gobierno nacional y persigue, en última instancia,
no solo forzarlo a aceptar la transferencia del servicio del subte en
condiciones inadecuadas sino también quebrar política y materialmente al
gobierno de la Ciudad. Aunque el Jefe de Gabinete del gobierno nacional ha
negado esta afirmación, los dirigentes que se conocen como “metrodelegados” y
que no responden a la UTA (el gremio reconocido) no ocultan su afiliación
a fuerzas aliadas al oficialismo que
responden a Sabatella y a Luis D’Elia y repiten el estribillo de que el
conflicto deben solucionarlo el gobierno de la Ciudad y la Empresa Metrovías.
Esto hace muy evidente su intención y da crédito a lo afirmado por Mauricio
Macri. Es inconcebible que en su afán de hundir políticamente a un presunto
candidato presidencial opositor, el gobierno nacional sumerja en la incomodidad
y en el caos a 900.000 usuarios del subte
y a millones de personas que diariamente sufren en su traslado por la
ciudad.
Si se duda de que la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires está bajo ataque, basta repasar la media sanción que la Cámara de
Diputados dio en condiciones irregulares a un proyecto de Ley que quita al
Banco de la Ciudad los fondos de depósitos
judiciales para ponerlos en las arcas del Banco de la Nación o el ataque
en horda que sufrió el Hospital Santojanni por parte de alrededor de sesenta
vándalos que llegaron en micros escolares del conurbano bonaerense con la
excusa de manifestar por un supuesto caso de mala praxis para terminar
destruyendo material y lesionando al
personal. Los 33 hospitales de la Ciudad pararon 24 horas por este hecho,
pidiendo la seguridad que le fuera
quitada por el gobierno nacional como parte de una insensata forma de competir
políticamente, causando daño al distrito en que no triunfa el oficialismo.
Observamos cotidianamente que la situación
económica se deteriora en forma progresiva lo que ha afectado
la maquinaria de compra de voluntades. El gobierno continúa anunciando nuevas
restricciones a la compra de dólares que ya ha alcanzado a quienes viajan al
extranjero. La cadena nacional fue usada una vez más para tratar de paliar con
palabras amañadas el efecto negativo de
la regulación total del mercado de combustibles y el aumento del 300 por ciento
del gas en estaciones de servicio. Las importaciones y exportaciones se
encuentran reguladas al punto de afectar las relaciones
comerciales con diversos países que incluyen a los socios del MERCOSUR. Esta
imposibilidad de anunciar buenas
noticias parece que lleva a redoblar los ataques públicos a quienes no se
subordinan a la voluntad del oficialismo con la aparente intención de imponer
una única visión. El lunes, la señora presidente dijo que “con gritos y
trompadas no se resuelven los problemas”, sabias palabras que apuntaban a la
actitud del sindicalista Hugo Moyano, hoy devenido en opositor pero hasta hace
pocos meses celoso defensor del “modelo” del oficialismo. Es ocioso decir que
Moyano nunca cambió su estilo y siempre fue alabado hasta que cambió de bando.
Evidentemente no se critica lo que hace sino por quien o para quien lo hace. En
la marea destructiva cayó el periodista Marcelo Bonelli mencionado con
nombre y apellido en la cadena nacional
del jueves por la señora presidente. La señora Fernández destacó que nunca
acostumbra nombrar con nombre y apellido a sus atacados (recuerdo omitir leer
los labios) pero que lo hace porque descubrió que este periodista, su esposa y
un socio, recibían dinero de REPSOL y
aunque reconoció que no sabía porqué cobraban, lanzó sobre él un enorme manto
de sospecha. En la misma sesión sugirió a los periodistas la propuesta de una
ley de ética periodística que sorprende por la osadía, en un gobierno que
maneja la publicidad en forma discrecional y que utiliza los entretiempos del
Fútbol para Todos, programa pagado con recursos impositivos, hasta para
criticar a Mauricio Macri y su gestión en el tema del subte como lo hizo esta
misma semana.
El resumen es que hemos entrado en una etapa
en que el oficialismo ya no se preocupa por las incongruencias entre lo que
expresan los labios y lo que indican los hechos porque su estrategia no es ya
convencer y persuadir sino someter y
amedrentar. Un día somos conmovidos porque los presos son llevados a actos
políticos y otro porque la agrupación
oficialista La Cámpora realiza talleres políticos en escuelas públicas. Parece
que todo vale y que estuviéramos bajo la consigna del “me ne frego” (me importa
un comino) que los fascistas escribían en las vendas de los heridos para
expresar que estaban listos y dispuestos para el combate. El gobierno no da
excusas, simplemente avanza sobre todo lo que se pone en su camino que conduce
al objetivo de alcanzar un poder total, que resulta ciertamente incompatible
con el ideal republicano. Algunos sectores de la oposición, que parecían sentirse
cómodos con ser parte del sistema desde sus cargos en el Congreso, sin sufrir la presión de la
gestión, comienzan a dar muestras de preocupación porque el oficialismo cada
vez les deja menos espacio para participar y cuida menos las formas. Una muestra de esto es que manifiestan que no
se dejarán engañar con la apelación a la soberanía ensayada por el gobierno
para justificar la intervención y posterior expropiación de la imprenta Ciccone
cuando aun no se ha resuelto el caso judicial que involucra al Vicepresidente y al Jefe de la AFIP con esta empresa. Es muy
importante que estos sectores se anoticien de que lo que está sucediendo pone
en riesgo las instituciones y que no pueden
apelar a viejas consignas partidarias (como hicieron con la expropiación de
YPF) para justificar los procedimientos inaceptables del oficialismo. Estamos
en un punto de inflexión y cada sector tiene que asumir sus responsabilidades
sin renuncios ni distracciones.
En estos momentos de aprietes y presiones, en
que el gobierno nacional parece contar con todos los resortes del poder mientras oculta sus fracasos y debilidades, es cuando hay que mostrar el verdadero temple y mantenerse en
posiciones firmes, defendiendo los principios
y valores constitucionales, nuestra libertad, nuestra familia, nuestra
patria y nuestras instituciones, con la convicción que nos da nuestra fe en
Dios y nuestro compromiso con la verdad.
Quienes estamos en este pequeño pero activo partido que es Nueva Unión Ciudadana
prometemos trabajar con perseverancia y
firmeza para cambiar el actual modelo de decadencia material y espiritual a
través de las urnas a partir del año 2013 sumados a todos los que estén
dispuestos a no rendirse ante quienes quieren quitarnos el derecho a vivir en
una república democrática, representativa y federal.
Por favor, no pierdan tiempo leyendo sus
labios, miren sus obras y no se queden
indiferentes a la hora de actuar.
Un abrazo para todos y dejemos la inocencia
para los corazones tiernos de nuestros niños en su día.
Juan Carlos Neves, presidente de Nueva Unión
Ciudadana
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