sábado, 15 de septiembre de 2012

La verdadera naturaleza


Persiste una insondable diferencia entre el país ideal descripto por los funcionarios y el país real, que llora cotidianamente por los  robos, los accidentes y los asesinatos, en medio de una inflación que devora en pocas semanas los aumentos nominales y las esperanzas de progreso.

Por Juan Carlos Neves

A través del uso intensivo de la palabra, difundida por injustificables y prolongadas trasmisiones en “cadena nacional”, la señora presidente irrita y amenaza mientras, detrás de ella, el viceministro Kicillof pontifica y dogmatiza, el senador Aníbal Fernández humilla y agrede y el ministro Randazzo intenta explicar lo inexplicable. Todavía persiste una insondable diferencia entre el país ideal descripto por los funcionarios y el país real, que llora cotidianamente por los  robos,  los accidentes y los asesinatos, en medio de una inflación que devora en pocas semanas los aumentos  nominales y las esperanzas de progreso. Pero ahora, al menos, hay una coincidencia entre el discurso avasallante  y los actos de igual naturaleza que debe soportar la sociedad.

Después que la misma presidente homenajeara en forma pública al fundador de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) poco podía sorprender que esta semana se festejara el día del militante montonero con la participación de múltiples agrupaciones afines al oficialismo. Dado que los Montoneros fueron una banda terrorista que cometió cientos de atentados, secuestros y asesinatos, durante la vigencia de gobiernos civiles y militares, su exaltación constituye, sin atenuantes, una auténtica apología del delito. Ya queda de lado la ficción de hablar de los “jóvenes idealistas” para reconocer la connivencia y complacencia con la acción revolucionaria de la agrupación armada, violenta, subversiva y criminal. Los montoneros pretendieron obtener el poder total por la fuerza de las armas y en ese terreno, fueron vencidos en toda la línea. Hoy, las consignas minoritarias de quienes pretendieron imponer una “patria socialista”, vuelven de la mano de un gobierno elegido democráticamente pero que avanza sin descanso sobre la división de poderes y los demás fundamentos de la república representativa y federal. 

La señora presidente expresó públicamente a sus funcionarios que no deben temer a los jueces sino solamente a Dios y agregó: “y a mi también, un poquito”. Pero no son solo los jueces y el poder judicial los que van perdiendo potestad. Los legisladores oficialistas carecen de la posibilidad de legislar y han quedado reducidos en sus funciones a convalidar los proyectos del ejecutivo, y los opositores, desde la conversión de Borocotó hasta el presente, están sometidos a las presiones y la manipulación  permanente de un poder que intenta controlarlo todo.

En una primera etapa, el gobierno arremetió contra ciertos sectores a quienes consideraba corporaciones funcionales a la “oligarquía”, tales como las fuerzas armadas, los eclesiásticos y el campo. Probado su poder, los opositores al “modelo” sintieron el peso del ataque que en forma de acusaciones judiciales borró las posibilidades electorales del candidato Enrique Olivera,  estuvo a punto de destruir a Francisco de Narváez y hoy está próximo a llevar  a juicio a Mauricio Macri. Más cercanamente y desde una posición dominante, el sector que detenta el poder en el gobierno puso bajo fuego a los posibles candidatos de su propio Frente, que como en el caso de los gobernadores Daniel Scioli y José Manuel De  la Sota cometieron la osadía de verse como presidenciables. La última etapa corresponde a la purga interna contra todo aquel que pretenda conservar la cuota de poder que su cargo conlleva, sea el Secretario de la CGT o el Gobernador de Santa Cruz. Este último, recibió esta semana el más duro embate de que se tenga noticia contra  un hombre de la propia fuerza. No solo se le dificultó la posibilidad de conseguir préstamos para pagar los salarios en la Provincia llevándola al borde del caos social, sino que se le lanzó la insólita acusación de espiar a la mismísima presidente, dislate de una magnitud tal que revela por sí mismo la voluntad destructiva y “destituyente” de quien lo formula. El problema de esta ampliación permanente del grupo de “enemigos”, que incluye a los miembros del partido justicialista que es el que le da fuerza territorial al  núcleo duro del poder, va limitando y concentrando el gobierno de  la república en tan pocas personas que algunas de ellas, como es el caso de Kicillof, ya son acusadas formalmente de incompatibilidad de funciones. Pronto, el número de enemigos será tal que el aislamiento interno del gobierno podrá compararse a la soledad internacional que sufre la Argentina en la comunidad de las naciones.

El Ministro De Vido se permitió decirles a los gobernadores que no deberían endeudarse para pagar aumentos de sueldos sino para hacer obras. Esta afirmación es acertada pero no puede sostenerse si el gobierno nacional es responsable  de una inflación superior al veinte por ciento que obliga a aumentos nominales permanentes mientras la nación se queda con los fondos coparticipables. Solo lo que retiene el estado nacional  por los fondos jubilatorios, que ya no se justifican al haber nacionalizado las AFJP, suma 4991 millones de pesos anuales en una provincia grande como Buenos Aires y 471 millones en una más pequeña como La Rioja. En vez de consejos el gobierno nacional debería repartir  justicia y defender el federalismo real dando a cada provincia lo que le corresponde. Algunas como Córdoba,  Corrientes y Santa Fe ya lo exigen judicialmente. Otras, todavía tienen  el miedo que reclama la señora presidente.

Pero no es solo  en el ámbito político en que el poder central avanza incesantemente. La acción socializante se manifiesta en el crecimiento del control de la economía, el embate contra la propiedad privada, la intromisión en los medios de comunicación y la limitación de las libertades individuales, como la de viajar al  extranjero por ejemplo. A las pruebas me remito. A la expropiación de YPF y el control del mercado hidrocarburífero siguió la semana pasada el control del área de la electricidad y esta semana el anuncio de que el Estado se queda con el 22 por ciento del espectro de la telefonía móvil. Por supuesto que nada de esto es gratis. En el caso de la telefonía el Estado tendrá que aportar alrededor de 2000 millones de dólares en lugar de percibir los 300 millones que estaban previstos en la licitación. En el caso de  YPF aun estamos tratando de encontrar quien financie los enormes costos de la explotación de los yacimientos no convencionales. Pero toda racionalidad parece perder importancia ante la sacralización de  la ideologización de un modelo que hasta hace poco era indefinible y que ahora va tomando la forma de un viejo y superado sistema de control centralizado de la economía que ya fracasó desde la Unión Soviética hasta Cuba. Y este viejo esperpento parece  ser lo que   el gobierno  tiene reservado para enamorar  a los jóvenes  a quienes pretende hacer votar desde los 16 años. ¡Tremendo contrasentido!

Ese proyecto de voto juvenil merece un análisis específico. En ciencias políticas nos enseñan que las políticas públicas surgen de la agenda social que es la que incluye los temas que preocupan a la sociedad, de la agenda pública que es la que tratan los medios y de la agenda política que es la que interesa al gobierno de turno. Un gobierno digno se aboca principalmente a la agenda social, uno acomodaticio a la agenda pública  y uno egoísta se centra en la agenda política. Pues bien, allí estamos.
El debate sobre el voto juvenil es un debate innecesario porque no surge de reclamo social alguno sino exclusivamente de la especulación política del gobierno que aspira a adoctrinar a sectores de la juventud a partir de la acción de La Cámpora en los colegios  e impulsar la concurrencia  a las urnas de esos grupos en forma voluntaria. Aunque el modelo que se ofrece es obsoleto y poco atractivo, el despliegue de medios y recursos lo hace viable  y la obediencia legislativa oficialista  lo hará posible. No  dejamos de notar que los sectores políticos socialistas apoyan este proyecto del gobierno y otros de similar tenor porque en el fondo también responden a su plataforma. No parecen o no quieren advertir que el apoyo  se da en el marco de un proceso de avance sobre las instituciones al que consciente o inconscientemente favorecen. Una vez más dejan que la ideología predomine sobre los intereses sociales y nacionales.

Un referente del conurbano nos comentaba que todas las agrupaciones que responden al gobierno (La Cámpora, Kolina, etc, etc,) llegan a la población con una abundancia de recursos y de medios que deja desairados a todas las corrientes opositoras que solo poseen la fuerza de la palabra  y de la esperanza. Sin embargo, hay un factor que comienza a abrir los ojos y oídos de los ciudadanos. Es el fracaso de las políticas gubernamentales producto de sus propias limitaciones para solucionar los verdaderos problemas sociales. Los trenes que descarrilan, se atrasan y se incendian muestran las consecuencias de la corrupción y la falta de preocupación por el mantenimiento. Los millones de hectáreas inundadas en la provincia de Buenos Aires nos hablan  del descuido de la obra pública. Las marchas contra la inseguridad que reúnen a miles de ciudadanos, como la que se produjo esta semana en Lanús, no pueden ser ocultadas. Como tampoco pueden  esconderse los ataques a la propiedad privada  y la acción de las bandas armadas cuando tienen como consecuencia la pérdida de vidas como sucedió en Humahuaca. Hay una correspondencia inescindible entre la ideología del “modelo” revolucionario en curso, el avance de la delincuencia  y los ataques contra la propiedad privada. Poner al delincuente  y al violento como víctima social con derecho a la agresión impune es parte de una visión enfermiza, antisocial y plenamente asumida por este gobierno.

Siento en este punto la necesidad de brindar un reconocimiento a dos periodistas amigos, Francisco Borello y Luis Quiroga, quienes desde los medios alternativos a su alcance hace años que venían advirtiendo acerca del carácter socializante  y chavista del modelo gubernamental a despecho de ser muchas veces ignorados o acusados de alarmistas. Hoy ya caben pocas dudas de cual es la tendencia de un gobierno que apela al temor y la concentración del poder hasta el punto de amenazar a la propia Constitución Nacional. Afortunadamente esta exposición de la verdadera naturaleza del gobierno, del modelo ideológico que lo impulsa  y de la personalidad autoritaria y dominante de quien lo conduce, ha llegado a tiempo para hacer despertar a las conciencias que serán puestas a prueba en las elecciones del año 2013, en que ya nadie podrá pretextar ignorancia  ni declararse prescindente a la hora de elegir entre la sumisión y la libertad.
Un abrazo para todos.

Juan Carlos Neves, Presidente de Nueva Unión Ciudadana

No hay comentarios:

Publicar un comentario